viernes, 28 de marzo de 2014

#30

Surge de la nada, entra sin llamar a la puerta.

Te aprisiona, tira todo lo que tenías organizado, te ata a la cama.
 
Le da igual que tuvieras planes, le da igual que tengas cosas que hacer, obligaciones, recados, que hubieses quedado, le da exactamente igual todo. 

No te deja escapar, y una vez te tiene en la cama, sola, te empieza a asfixiar, lentamente. Pero te deja el suficiente aire en el cuerpo como para que no desfallezcas, para que no puedas caer inconsciente, para que tengas que mirar fijamente a lo que te esta ahogando. 

Las lágrimas empiezan a caer sin cesar por tus mejillas y te grita que no vales nada, que nadie te puede querer, y cuando crees que por lo menos ya se ha callado se acerca a susurrarte tus mayores miedos, los cuales se quedan grabados por dentro, a fuego. 

Tú luchas, mi niña, sé que luchas, te he visto y lo sé, empiezas a gritarle que no es cierto, le demuestras que hay personas que están ahí. Te revuelves, le gritas que estas superando todo, le gritas que ya no puede contigo, que eres más fuerte ahora. Que no tienes que temerle, que ya no podrá acabar contigo.

Pero, en vez de contestarte solo se ríe, se ríe una y otra vez, y te empieza a picar todas las zonas que fueron testigos de tu pasado, y el aire vuelve a faltar, y todo se te olvida por un instante. 
Se te olvida como respirar, algo que la gente hace inconscientemente tú tienes que recordar como se hacía, y cuando consigues espirar e inspirar te arde la garganta. 
De repente, te sobra toda la ropa, te sientes aprisionada, todo pesa el triple de lo que pesaba en un inicio. 
La vista tampoco quiere mantener un punto fijo, se vuelve borrosa, pero no te importa, no tienes nada que mirar de verdad, en esos momentos incluso lo agradeces, no crees que puedas soportar verte en un espejo, ver como eres realmente. 
Te entran arcadas, sabes que ni tu interior puede soportarte, que nada de lo que tienes dentro quiere estar en una cáscara como la que eres.

Te duermes llorando, de dolor, de sufrimiento, a veces sin motivo, solo por la vida, que te puede. 

Velaré de tu sueño y te arroparé cuando estés con Morfeo, te vigilaré, ya que ni ahí te puedes librar de lo que te persigue. 
Ya que, pequeña 
¿Cuántas veces te has levantado ya sin poder respirar? 
¿Cuántas veces con agujetas de luchar contigo misma mientras duermes? 
Las ojeras se acumulan en tu cara, pero nada que el maquillaje no pueda ocultar, es lo que te dices siempre al despertar. 

Recuerdas que aun tienes motivos para luchar, que aun hay personas importantes que no te abandonan, pero en los momentos en los que se te olvida como respirar, en los que se te olvida quien eres, en los cuales no recuerdas porque las acciones malas eran malas, olvidas cualquier sueño y motivación, cualquier persona incluso.
Cuanto más intentas recordar lo importante de tu vida, más dolor te produce,y sin entender nada, batalla tras batalla.

Y así, en una lucha continua, hasta que uno gane.