sábado, 27 de abril de 2013

#15


Esa sensación volvía.
Cerró los ojos y se dejo llevar.
No era la primera vez que le sucedía y, sin duda, no sería la última.
No había nada que hacer, solo podía sentir.
Alzó la cabeza y abrió los ojos.
No reconocía la imagen que le devolvía la mirada en el espejo.
Veía reflejada la imagen de una chica pálida, con el pelo negro y la mirada vacía. Veía sus ojos verdes pero no tenían vida.
Se obligo a apartar la mirada de aquel espejo y mirar hacía bajo.
Cuando llego hasta su brazo fue consciente de cómo la sangre brotaba sin pausa, sin llegar a ver cual era la herida que la provocaba.
Soltó el cuchillo que llevaba en la mano y durante unos segundos se quedó inmóvil, como una muñeca de porcelana.
Cuando volvió en si se dio cuenta de que las lágrimas empezaban a surgir de sus ojos.
Casi sin fuerzas abrió el grifo para meter el brazo debajo de aquel chorro helador.
Sabía que no podía acabar todo ahí, quería que todo parase, necesitaba salir de ese atolladero de dolor.
Pero sabía que no podía, no por ella, sino por lo que pasaría si desapareciese.
No tenía ese privilegio.
Solo quedaba esos momentos en la soledad de su baño para sentir que era libre.
Libre de decidir su vida, libre de decidir su muerte.

viernes, 12 de abril de 2013

#14

La mascara se iba rompiendo, cada golpe la había vuelto débil, o quizás es que nunca había sido fuerte.
Tantos golpes hacían mella, cuando no podía ni refugiarme en el llanto, cuando no quedaban objetos a los que darles una patada, cuando no quedaban insultos sin fundamento que gritar, cuando no quedaba nada.
Eso que llevaba temiendo toda mi vida: La nada.
Levantarme todos los días obligada, sin ganas de abrir los ojos, el mundo era un lugar incoloro. 
No hay nada en el que me pueda impulsar a seguir adelante, no hay nada que haga que la sonrisa que se dibuja en mi cara sea real. 
Mi vida se ha construido con mentiras.
Abrí los ojos para darme cuenta de que mi vida se regia gracias a ellas.
Ojalá nunca hubiese abierto los ojos, ojalá siguiese pensando que mi familia era genial, que tenía buenos amigos y que mi vida era como otra cualquiera.
Maldigo cada segundo de mi vida en el que la verdad entró en mi cerebro.
Es una herida que nunca para de sangrar, es el manantial con el que tengo que aprender a vivir.
Si es que aprendo algún día....
Cuando el mundo solo te enseña lo que es el dolor, vivir en una mentira es la mejor solución.