domingo, 23 de diciembre de 2012

#8

Donde todo empezaba y acababa, donde la sangre la emoción y la adrenalina iban de la mano.
Nadie de los allí presentes conocía la palabra inocencia, y todos se habían cansado de sus vidas monótonas, llenas de engaño, de crímenes, había llegado un momento en el que no sentían nada, ni siquiera cuando sus victimas exhalaban su último aliento.
El cuchillo volvió a girar y sus respiraciones se aceleraron.
Y se paro, y las respiraciones se contuvieron.
Enfrente del filo del cuchillo se encontraba un señor bastante alto, en su cara se empezó a dibujar una sonrisa nerviosa, se podía ver como su respiración se empezó a entrecortar.
Cogió el cuchillo con la mano derecha, de repente parecía como si pesase más, como si en cualquier momento se le fuese a caer.
La sangre comenzó a salir, tiñendo su piel, no sabía cuando debía de parar, era nuevo en aquel juego.
Cuando las caras de sus compañeros de mesa llegaron a lo que parecía el éxtasis paró, y el juego volvió a empezar.
Semana tras semana se reunían, cicatriz tras cicatriz sellaban su destino, un destino en el que los sentimientos no existían, donde solo se podía sentir una sola cosa, dolor físico.
Solo les quedaba sentir el dolor en si mismos y el los demás, eran seres sin corazón.
No se consideraban ni buenas ni malas personas, no se consideraban personas, eran solo animales arrastrados a un mundo de instintos.
Morir o vivir, ¿eso que importaba?

viernes, 7 de diciembre de 2012

#7

Los moratones aun estaban su piel, aquella que una vez no había tenido ninguna imperfección.
En su cara aun quedaban manchas de sangre de cuando él le rompió el labio, su mejilla tenía la marca de su "amor", su ojo derecho aun no se podía abrir completamente.
Y lo que más le dolía, el daño que le había producido psicológicamente, esas que nunca curaría.
Sabía que nunca podría llegar a confiar en otra persona, que cada vez que alguien hiciese un movimiento en seco, temblaría de miedo.
Pero por primera vez en mucho tiempo una pequeña sonrisa asomo, casi se había olvidado de como se sonreía.
Esa sonrisa iba aumentando conforme se fijaba más en lo que tenía en la mano derecha.
Poco a poco fue alzando lo que estaba agarrando para verlo con mejor.
Contemplo aquello que durante tanto tiempo la había aterrado, su mayor miedo convertido en nada, en menos que nada.
Todo había sido más fácil de lo que nunca se pudo imaginar, solo un golpe, con eso hubiera bastado, pero no podía ser tan considerada, después de años y años de él amándola de esa forma ella tenía que recompensarle por igual.
Se escucho un ruido cuando soltó lo que su mano sostenía, y salpico un poco de sangre a las paredes.
Salió de esa habitación con tranquilidad, notando esa tranquilidad con la que había soñado.
Cerro la puerta con llave, y comenzó una nueva vida.