domingo, 28 de julio de 2013

#23

Hoy os contaré la historia de una persona-
De una niña pequeña que solo quería ser feliz.
Le hicieron tanto daño que se prometió a si misma que nunca más dejaría que alguien viera su interior, porque siempre era eso la llama que encendía su infierno.
Se prohibió llorar, querer, o simplemente mostrarse.
Todo ello lo metió en la caja de "debilidades".
La pequeña niña creció, se equivocó, se resignó, siguió el camino que veía marcado en el suelo.
Después de un tiempo tiró todo por la borda, sus propias promesas quedaron en un rincón de su mente.
Volvió a confiar, a querer, volvió a caer en la misma piedra.
Quizás esta vez no era comparable a la anterior, todo era distinto, salvo en una cosa, volvió a sufrir.

El cómo podía cambiar, pero el fin era siempre el mismo.... el sufrimiento.

Ya no podía más.

No podía seguir sufriendo.
No podía seguir sola.

Ya nada podía hacer.


Ser fría, encerrarse, hacer a la soledad su compañera de viaje, no podía hacer más nada.

Que será de ella es algo que nadie sabe.
Se dice que vive con miedo de volver a sentir.
De probar esa droga y no poder dejarlo. 

sábado, 20 de julio de 2013

#22

Se comenzó a escuchar el sonido de unas alas batiendo.

Aquella criatura bajó la mirada, era allí donde tenía que estar, lo sabía.
Una especie de pies tocaron el suelo, acercándose a un cuerpo tirado, en aquel paraje desolado.
Siguió andando hasta quedar a su altura, sin importarle que la sangre aún fresca le manchase los pies.
El por qué estaba muerto no le importaba, él solo tenía que llevarlo a otro lugar.

Pero antes de llevarlo observo la belleza de lo que contemplaba.
Los humanos eran hermosos, y todo lo hermoso era frágil.
Creía poder escuchar la piel marchitarse cual flor.
Como el corazón bombeaba por última vez.
Aquello ojos que en el algún momento habían sido de un intenso color ahora estaban blancos.

Se acabó la función, recogió su alma, se fijó en la etiqueta que llevaba, al parecer su sufrimiento solo acababa de empezar, le quedaba toda la eternidad y su muerte solo era el principio de un mundo de horrores.

sábado, 13 de julio de 2013

#21

En aquel silencio aun se podía oír el eco de lo que en otro tiempo fueron risas.

Aun ahora, la añoranza se apodera de mi al recordar lo que eramos.
¿Qué que eramos? aun es el día de hoy que no lo sé.
Lo que sí sé es que las canciones solo cobran sentido si pienso en ti, que me acuerdo de lo momentos en los que se nos abrieron todas las puertas y como las fuimos cerrando.
Las cerramos una a una, lágrima tras lágrima, sufrimiento tras sufrimiento.
Las tardes de comida rápida y las noches de helado donde solo teníamos un colchón en medio de una habitación. Las películas. Los besos. La felicidad. 
Todo ello quedaba tras esas puertas ya selladas.

Esa misma habitación fue testigo de nuestros gritos, de los objetos rotos, de las lágrimas de ambos, de nuestros errores.
Al encontrarnos para llevarnos nuestras cosas nos dimos de cuenta de que nos queríamos, de que eso no era suficiente, de que no encontraríamos a nadie que nos quisiese más.
Nos abrazamos y nos besamos por última vez.
En ese momento me dijiste que no me fuera y yo te dije que yo me quedaría si tu también lo hacías.

Nos fuimos ambos, la habitación quedo vacía, el único recuerdo de todo lo sucedido quedó tras esa puerta.

Lo peor fue darnos cuenta de que el mundo no se acababa, de que no podíamos echar la culpa a nadie.

Nos rompió, pero no nos destruyó. 


Ambos esperábamos y deseábamos que nos destruyera.
Pero la vida continuaba.
Lo que pensábamos que era amor en verdad solo era cariño.
Conocimos a gente, cambiamos, superamos obstáculos.

Aun deseo que todo aquello nos hubiera destruido.
Hubiera sido más sencillo eso que aceptar la realidad.
Saber que lo que consideras el fin del mundo en verdad solo era un pequeño paso para continuar con tu vida.

No hubo ningún final, solo un comienzo.