viernes, 12 de abril de 2013

#14

La mascara se iba rompiendo, cada golpe la había vuelto débil, o quizás es que nunca había sido fuerte.
Tantos golpes hacían mella, cuando no podía ni refugiarme en el llanto, cuando no quedaban objetos a los que darles una patada, cuando no quedaban insultos sin fundamento que gritar, cuando no quedaba nada.
Eso que llevaba temiendo toda mi vida: La nada.
Levantarme todos los días obligada, sin ganas de abrir los ojos, el mundo era un lugar incoloro. 
No hay nada en el que me pueda impulsar a seguir adelante, no hay nada que haga que la sonrisa que se dibuja en mi cara sea real. 
Mi vida se ha construido con mentiras.
Abrí los ojos para darme cuenta de que mi vida se regia gracias a ellas.
Ojalá nunca hubiese abierto los ojos, ojalá siguiese pensando que mi familia era genial, que tenía buenos amigos y que mi vida era como otra cualquiera.
Maldigo cada segundo de mi vida en el que la verdad entró en mi cerebro.
Es una herida que nunca para de sangrar, es el manantial con el que tengo que aprender a vivir.
Si es que aprendo algún día....
Cuando el mundo solo te enseña lo que es el dolor, vivir en una mentira es la mejor solución.

No hay comentarios: