jueves, 20 de febrero de 2014

#28

Solo un paso más...

El fin de tu sufrimiento está ahí, tan cerca y a la vez tan lejos.

Un paso más...

Y se acabaría todo.
Estas harta.
Solo conoces dos sentimientos, el primero, la falta de ellos, ¿Estás viva? A veces te empujo para que reacciones, para que abras los ojos, ya no sé que hacer cuando estás así, me estoy quedando sin opciones.
Cuando te miro dudo que corra la sangre por tus venas, siempre tan fría, siempre tan distante.

Y de repente vives, y te duele, y solo sufres, y solo lloras, y los latidos se hacen más sonoros, cargada la sangre de veneno.
Gritas.
Le dices a tu corazón que pare de bombear ese veneno, que no lo quieres.
A veces te miento, aunque sepa que conoces todas mis mentiras.
Muchas veces te digo que todo mejorará, que llegará el momento en el que no te envenenaras, te acaricio la cabeza y susurro promesas vacías.
Pero si el veneno lo tienes dentro de ti, en tu casa, en tu alrededor, ¿Qué puedo hacer?

Tan solo un paso más...

Miras hacia abajo, ante ti un precipicio.
Un paso más y podrás descansar para siempre, adiós a esos sentimientos.

Tienes miedo, lo sé, te escapas de mis manos, y te quedas ahí, mirando ese precipicio.
Cada vez todo es más difícil, no sabes ni quien eres, ni siquiera eres capaz de pensar que es a ti a quien le pasa todo eso, siempre hablas como si todo esto le pasará a una tercera persona.

No puedes, no puedo.


1 comentario:

Mísera chica dijo...

Puedes. Yo sé que puedes, Yolanda.
Y si ves que vas a caer, ya sabes, una llamada y estoy a tu lado para no dejarte caer sola, ¿vale?
Tú crees que ese paso hacia adelante te llevará a descansar, pero piensa esto: ¿Y si te das la media vuelta y das un paso en tierra? ¿Se te había ocurrido?
Si no ves a nadie detrás de ti, no pasa nada, irá apareciendo gente. Ese precipicio no le gusta a nadie. A mí me encontrarás prontísimo, quizás hayas notado mi respiración en tu nuca y todo diciéndote que des media vuelta.

No te rindas. Sé que puedes.
Puede que esto te suene demasiado grande, pero yo creo en ti, en que puedes hacerlo. Y siempre me vas a tener ahí, te lo recuerdo.

Ya te digo, si tú caes, yo no te voy a dejar, estoy ahí detrás, rezagadilla, esperando tu decisión. Así que espero que des la media vuelta para que pueda darte un enorme abrazo, ¿vale?

De momento, me despido con un gigantesco abrazo, de eso que parecen que te rompen la espalda y terminan levantándote los pies del suelo. Ánimo, pequeña.