martes, 13 de noviembre de 2012

#1

Era la niña buena, la inocente, no le gustaba ni la fiesta, ni la diversión... o eso aparentaba.
Nadie se llegaba a preguntar que hacía después de las clases, en esas horas de vacío, después de ser esa chica sonriente, que hacía gracias y se llevaba bien con todo el mundo.
Las cosas que llegaba a pensar y a desear hacer.
Detrás de su pelo perfectamente colocado, de sus vestidos perfectos para cada ocasión.
En ella se ocultaba lujuria, pasión, fuego.
Detrás de su respeto, estaba su ansia de ver iglesias derrumbandose.
Detrás de su inocencia virginal, estaban sus ganas de que la tumbaran en la cama con fuerza, que todo fuera con ansia, que no le dejaran un rincón de su piel sin besar.
La mascara siempre estaba en su sitio, no salia de su boca una palabra malsonante, mientras que en su interior se reía del mundo que la rodeaba.
Lo que más gracia le hacia eran "sus amigos" esas personas que la conocían tan bien, que sabían las cosas que pasaban por su cabeza.... pobres inocentes, a veces sentía por ellos algo parecido a la pena.
No era inocente, no era una chica buena, nunca había sentido amor, para ser sincera era una palabra que le producía entre risa y repugnancia.

2 comentarios:

Krínos dijo...

Lo escribiste tu?!
Si es así, eres muy buena! Me encantó.

Un saludo grande desde Japón.

Yolanda Paredes dijo...

Sí, muchísimas gracias por los comentarios :3
Otro gran abrazo desde España :)